lunes, 15 de septiembre de 2008

Domino a las 10… en “El punto”



Una tarde en aquellos tiempos en que nuestros abuelos ni soñaban con poseer radios portátiles y mucho menos Nintendo para matar el tiempo. Un grupo de muchachos sentados debajo de una mata de limoncillo, en un patio de la ciudad colonial iniciaron un juego, sin imaginar que para muchos de ellos se convertiría en una tradición y un modo de vida, que perduraría con el pasar de los años.

Con el tiempo la famosa mata donde todo comenzó, fue reemplazada por una casa, muchos se mudaron a otros sitios y el lugar sufrió varias remodelaciones, pero esto no significo nada, porque la tradición de reunirse era tan fuerte que en ves de olvidar todo, decidieron ubicarse en una de las esquinas del bloque, detrás de las ruinas del monasterio de san francisco. Desde ese entonces se les puede ver todos los días en la Duarte, Esq. Juan I Isidro Pérez a las 10 A.m. compartiendo, oyendo música y por supuesto jugando domino.

“Cuando has echado raíces en un lugar, es muy difícil abandonar el mismo” (Félix Vera (Macobi))

Sin importar distancias, agua, sol o sereno, desde hace más de treinta años, se reúnen los personajes más singulares y pintorescos de la zona. Y es que porque detenerse por una lloviznita si para eso existen las sombrillas.

“Hay días que algunos chóferes de taxis vienen y es solo por decir, pase por el punto.”

Algunas de las personas que se reúnen en este lugar ya ni siquiera viven en la zona colonial, pero al preguntarles porque seguían reuniéndose justo aquí y no en otro sitio, todos coincidieron en decir que este lugar tiene algo que los unifica, que los atrae. Y al parecer tienen razón ya que cada día se suman nuevas personas al encuentro, incluyendo vecinos, taxistas, y otros mas, solo con el fin de alejarse de sus problemas, botar el golpe y compartir un buen juego con viejos amigos. Juego en el cual no hay vicios, ni intereses económicos, solo entretenimiento, costumbre y pasión.

Anualmente se celebran dos encuentros donde vienen todos los que una vez vivieron en la zona y compartieron esta tradición y por razones personales, viven en el interior o ya no viven en el país. Uno de estos encuentros se celebra en diciembre y se forma un comité con varios encargados para asignar platos o bebidas. Aquí no solo participan los que juegan sino sus familias y amigos del barrio.

Es muy curioso encontrar este tipo de situaciones en las ciudades ya que mientras más van creciendo, más desintegrada se hace su gente y las relaciones se vuelven impersonales. Pero cuando nos encontramos con este tipo de cosas nos damos cuenta de que aun existen las relaciones verdaderas de amistad y que ese tipo de costumbres forma parte de nuestra cultura e identidad y forma parte de la esencia de la zona colonial.

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